martes, 26 de julio de 2016

                                                EXTRACTO DE TOÑI.


Cuando desperté en la habitación tenía el tubo quitado de la garganta y hablaba por el agujero. Tenía una sonda gástrica y una sonda urinaria. Una noche me desperté y le dije a mi madre:
- Esto a mí que me lo quiten, que aunque lo vendan en el mercadillo y en los comercios yo no lo quiero, ( era la sonda urinaria ). Escuché unos pasos por el pasillo a las seis de la mañana y le dije a mi madre: " Asómate que creo que es el medico, dile que venga a quitarme la sonda. Se asomó y exclamó :¡ Pero si es el cura ! " Y yo exclamé: -¡ Pues dile que venga y que me quite la sonda !
- Hija mía, ten paciencia, deja para los curas las cosas de Dios...
Un dato curioso es que sólo comía leche con galletas allí en el hospital y cuando volví a casa continué haciéndolo.
Tenía el síndrome de abstinencia de la sedación. Veía cosas, me ponía irritable, me quitaba todo y volvía a llorar siempre a la misma hora, hasta veía gente que no estaba allí presente.
Recuerdo también que cuando me desperté en la UVI, mis primeras palabras fueron: -¿Qué hago aquí? - preguntaba a mi familia. Yo insistía en preguntar, pero creía que nadie me decía la verdad y lo repetía sin parar.
No podía expresar mis sentimientos, cada cinco minutos preguntaba y volvía a olvidar. No dormía ni un segundo ni dejaba dormir. Al verlos, me parecía que llevaban siglos durmiendo, estaba eufórica, me daba miedo el no poder despertar después, era como querer vivir deprisa por si se me acababa el tiempo...

viernes, 22 de julio de 2016

EXTRACTO DE TOÑI...

                                            EXTRACTO DE TOÑI...


Creer en todas aquellas historias que un día me contaron durante mi convalecencia pasó a tener sus reglas: sólo de cinco a nueve - los viernes, por ejemplo -, siempre de dos en dos, haciendo poco ruido, para no molestar a los otros pacientes, ni hola ni adiós, y las monedas justas para decirle una vez " te quiero " a mis abuelos cantando la canción de Luis Miguel " Amor, amor, amor " a todo el mundo ,y encender la tele de la habitación…
Tomó entonces la vida un tufo de hospital, ese silencio espeso de yodo y soledad, las dosis de esperanza con su posología, el suero de la ausencia de recuerdos. Era la protagonista de una fría y solitaria cama de hospital hasta que pudiera encontrarme. Tomó entonces la vida su magnitud enferma, recibía ese ficticio abrazo que tiñe de amargura la mirada, el tenaz drenaje de los días, ese tránsito hacia el futuro donde todo está por escribir...



lunes, 18 de julio de 2016

EXTRACTO DE TOÑI...

                                                 EXTRACTO DE TOÑI...


Siempre he creído que hay un tipo de historias que tienen un valor en sí mismas, independientemente de su inserción en un libro. Mi historia impresiona, impresiona muchísimo, por sí sola; el hecho de que mis queridos amigos Juan y Loli Ponce me hayan ayudado a escribirla no es secundario. Pienso en ella constantemente y me emociona sin dejar de pensar necesariamente en ellos.
Sin duda, sólo puede llegar a vosotros a través de las palabras. No puede ser de otra manera. Si existiese una forma de comunicación perfeccionada, algo así como la telepatía, o como una película o alguna serie de imágenes capaces de explicar la vida sin recurrir en ningún momento a la palabra, lo habría hecho yo sola, pero nunca llegaría a producir la impresión intensa en cualquier persona sensible que pudiese leer estas palabras sin conocer antes mi historia.
Cuando hablo de los sueños con algún ser querido, me refiero, y sólo puedo referirme, a los sueños tal y como los recuerdo al despertar. Igual, cuando hablo de mi vida tal y como puedo experimentarla: o sea, no a mi vida creída, sino contemplada, presente ante la poderosa imaginación plenamente despierta de una mente que nunca cesa de luchar en la búsqueda de su ser, sólo llego a contemplar la parte del iceberg que aparece en la superficie del presente; sólo el presente tiene belleza, sólo el presente tiene vida, con sus penas y alegrías, sólo el presente es objeto de contemplación. Sin embargo, debajo hay otras muchas cosas. El deseo de recuperar esa parte sumergida está plenamente justificado en cada persona. pero me temo que cada una, al menos en parte, explica sus recuerdos, como consecuencia del mismo impulso, a veces no atractivo, que les conduce a realizar un esfuerzo más o menos grande por aferrar el recuerdo, por atrapar con sentimientos, conceptos y palabras ese contenido esencial y trascendente que parece transmitirnos el pasado.
Como asimilamos los recuerdos por el efecto que ejercen en nosotros, es evidente que un mismo hecho puede ser importante para una persona y no serlo para otra. La diferencia consiste en que, aunque el procedimiento mental sea el mismo, uno aplica el recuerdo de otra manera en su vida. Por desgracia, para muchas personas el valor de un recuerdo no es un valor vital, no es una verdadera experiencia. El que lo aborda no espera - o no cree o no quiere creer - que se trate de la esencia de lo que realmente somos hoy: sólo aporta información para el día a día. Para lo que le interesa, sus recuerdos le importan casi tanto como los números del reloj o un libro de instrucciones de cualquier invento actual. Viven demasiado deprisa y recuerdan demasiado poco, para poder utilizar los recuerdos que un buen pasado ofrece. Son como los alumnos que quieren que todo se le explique y que después casi no atienden a la explicación.
Mientras quien escribe esta historia sería capaz de emocionarse con un sólo recuerdo durante toda la vida, hay personas que olvidarán para siempre los hechos una vez extinguida la emoción momentánea, satisfecha la curiosidad de ese instante. Y con toda razón, pues el tipo de recuerdos que valoran carecen de interés duradero para la memoria de sus almas. Después de todo, ¿ hay acaso deseo más irrealizable que el de recuperar la persona que un día fuimos, y que ésta nos reconozca, y que todo vuelva a ser como antes ?


lunes, 4 de julio de 2016

TOÑI. EXTRACTO DEL CAPÍTULO XXXVI.



                                 TOÑI. EXTRACTO DEL CAPÍTULO XXXVI.



­El amor de madre, cuando nace, duele tanto en el pecho que preferimos sentir el habitual dolor al insólito placer que proporciona. La alegría verdadera no tiene explicación posible, no tiene la posibilidad de ser comprendida y se parece al inicio de una sensación irrecuperable. Esa fusión total es insoportablemente buena, como si ese amor fuese nuestro bien mayor y final, pero no es el amor, es la vida inconmensurable que llega a parecerse a la grandeza de ese amor. Hay que dejarse inundar poco a poco por la alegría, porque es la vida que nace. Y quien no tenga fuerza, que cubra antes cada nervio con una película protectora, como una película de dolor para poder tolerar la vida en su sentido pleno. Esa película puede consistir en cualquier acto sencillo protector, en cualquier silencio, en un no saber qué decir o en varias palabras sin sentido. Porque con el amor que se siente al saber que vas a ser madre no se puede inventar nada. Él es parte de nosotras...