martes, 17 de mayo de 2016

TOÑI. CAPÍTULO XXIV.


                                                   TOÑI. CAPÍTULO XXIV.
                               

   Siempre me contó Andrés que en el otro coche iban un matrimonio con sus dos hijos. Sólo resultó herido el marido. Su mujer fue la que llamó a los sanitarios. Esperando que llegaran los sanitarios, Andrés apreció que tenía tierra en la boca y empezó a limpiarla. Cuando me abrió la boca, se dio cuenta de que me estaba tragando la lengua. Después de un gran esfuerzo para abrirme la mandíbula, consiguió sujetar la lengua. Casualmente, una enfermera pasó por allí y quiso ayudar hasta que vino la ambulancia. Nos llevaron a todos al Hospital de Manzanares para hacernos pruebas y ver posibles daños. Joaquín sólo tenía un rasguño en el cuello del cinturón. Andrés, una fisura en el hueso del pómulo. Ana, a pesar de estar inconsciente, sólo tenía una gran conmoción y la espalda quemada por el asfalto. Yo me llevé la peor parte, triple rotura de fémur derecho, rotura de la clavícula izquierda, traumatismo craneoencefálico severo y quemaduras en la espalda producidas por el asfalto. Al ver la gravedad, me trasladaron en helicóptero hasta Toledo, Hospital Virgen de la Salud, Unidad de parapléjicos. Sola, inconsciente y sin ningún tipo de identificación, tuvieron que operarme la pierna de urgencia y viendo que el traumatismo de la cabeza empeoraba, me trasladaron a la Unidad de Neurocirugía. Esa misma tarde, acudió en mi busca mi familia, aportando toda mi documentación y con ellos mi marido, que se había quedado en el Hospital de Manzanares, haciéndole pruebas. Al llegar ellos, les informaron de que los daños eran muy graves y que seguían empeorando, por la presión del cerebro y que si seguía así habría que operar. Pasó la noche y sobre las 7 de la mañana, les informaron de que había que operar porque la presión iba en aumento. La operación salió bien, pero hasta que no me despertara del coma, no sabrían los daños que la hemorragia había causado. Después de varios días y sin ningún tipo de mejoría, empecé a rechazar los clavos del fémur, así que tuvieron que volver a operar. Unas semanas después surgieron nuevos problemas: informaron que tenía una trombosis venosa profunda, en la pierna operada. Y unos días después que sufría una Neumonía como consecuencia de la respiración asistida. Me pusieron ventiladores para poderme bajar la fiebre. La neumonía iba a peor, por lo tanto tuvieron que hacerme una traqueotomía que, gracias a la cual y al analizar el virus, dieron con los medicamentos adecuados para eliminarlo. Cuando vieron que mi cuerpo respondía normalmente, los médicos empezaron a retirar la sedación paliativa. Empecé a despertarme, con el síndrome de abstinencia, tenía visiones de gente que ni estaban allí y que ni siquiera existía. Hablaba con ellos sin parar y en mi mente ellos me hablaban a mí, todo producido por la sedación. Con la gran noticia de que sabía quién era, conocía a mi familia y sin tener conocimiento de lo que había pasado. Tenía daños en el lóbulo temporal derecho del cerebro, por el cual, perdía la noción del tiempo y daños en la memoria. En ciertos traumatismos se habla de lesiones más o menos leves y pasajeras, que permiten al paciente recuperar la normalidad al cabo de un tiempo, aunque nunca llegue a recordar qué pasó durante el accidente. Si el traumatismo es más grave, los daños pueden llegar a destruir los recuerdos para siempre. “Si hay una fractura de cráneo”, indicó un doctor, “se produce una ola de actividad generalizada que cambia por completo las propiedades funcionales de gran cantidad de neuronas”. “Eso es como un borrador de sinapsis”, - añadió -. El punto dañado empieza a enviar señales por todo el sistema y puede propagar los daños al resto del cerebro y provocar amnesias retrógradas donde se olvida parte del pasado. A veces no se pueden volver a formar recuerdos, explicó el neurocirujano. En otras ocasiones el accidentado puede entrar en coma y se produce el denominado “daño axional difuso”. “En este caso el daño se produce en los “ cables ” que conectan las neuronas”, aseguraba. "Si los axones que permiten comunicar la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo se dañan", precisa, "los recuerdos no pueden consolidarse. En este caso no hay esperanzas de recuperar los recuerdos. Sin el medio que permite el registro del recuerdo no hay nada que recuperar. " El daño se produjo de forma silenciosa y llegó de improviso. Después de las pruebas médicas, descubrieron que mi lóbulo temporal derecho había estado sin riego y se había atrofiado. Neuronas y conexiones se habían destruido. Mi vida anterior se había borrado para siempre.Después de dos meses en la UCI, me dieron el alta. De vuelta a una nueva vida que ni siquiera recordaba dónde se quedó. Con la cabeza rapada, llena de cicatrices, hablando por un agujero en el cuello y con cientos preguntas sin respuesta... Habían pasado dos meses de mi vida y me había ocurrido tantas cosas que la habían cambiado todo por completo. Necesitaba de otra persona para todo, hasta para lo más básico de la vida diaria. Pasaron dos meses de mi vida y me habían ocurrido tantas cosas que la cambió por completo. Necesitaba de otra persona para todo, hasta para lo más básico de la vida diaria. Emocionalmente me pudo bastante el no poder hacer nada por mí misma, ni siquiera recordar lo que había hecho minutos antes.

 

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4 comentarios:

  1. Uff...los pelos de punta...no lo has podido contar mejor y no ne podido evitar una lágrima...lo recuerdo perfectamente...

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    1. Tu lo viviste de cerca y eso hace que te metas mas en la historia. Me alegro de que te guste. Un fuerte abrazo.

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  2. Impresionante, una hirtoria que te eriza el vello

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    1. Me alegro que te llegue el sentimiento. Gracias un beso.

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