sábado, 9 de abril de 2016

TOÑI. CAPÍTULO XIII.

                                            TOÑI. CAPÍTULO XIII.



- Por compartirme, aunque sea conmigo. Por eso cuento esta historia, Juan. Pocas cosas tenemos tan atendidas como a los demás, olvidándonos de nosotros mismos. Yo estoy hecha de olvidos. Pero desconfío de las personas a las que le brillan los candados de su memoria.
- Sólo podemos ver nuestro pasado, nuestro presente lo verán en el futuro, Toñi. Te escucho. Las palabras significan en el oído, no en la boca.
- Fuimos felices juntos Andrés y yo hasta que supimos que lo éramos. Qué mal lo pasó. Cuando desperté y me vi en el espejo: parecía un maniquí de tienda que tiene cambios de postura en sus escaparates eternos. Unos días al abrir la tienda están sentados en una silla, otros como con una lanza en el tiento en ristre señalan nuestro mundo, otros junto a una caja de deseos. Las manos abiertas, como dejando todo escapar...Porque un maniquí no tiene nada suyo, ¿qué me pertenecía a mi ? A través de mis paseos por las ciudades, en mis días más tristes y solitarios he encontrado siempre alguno de cuerpo presente, he sentido ser uno de ellos, esos muñecos malogrados, de mirada perdida, calvos y con hechuras bastante perfectas...Me identificaba totalmente con ellos. No era sólo mi aspecto, era mucho más...Mi mirada hacia los maniquíes no es la que se dirige a un objeto cualquiera, sino la que se dirige a los bastidores repletos de deseos, que dan pena porque casi siempre son inalcanzables para la mayoría, es la mirada que se arroja desesperada sobre ese paisaje en uno de cuyos rincones se lee un “ Se vende ”, o el precio escrito con letra mendicante, como diciendo " o lo tomas o lo dejas ".
Parada frente al espejo de aquel hospital, tenía la inmensa melancolía de esos maniquíes a los que se ha quitado la primera piel una y otra vez, perdida su dignidad por pretender ser reales...

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