TOÑI. CAPÍTULO X.
Definitivamente, la Toñi de ahora no se parece a la de entonces. Durante años y años todo había girado entorno a aquella conciencia perdida.
Volvió Juan a su seriedad. Sin duda comprendió que Toñi estaba sufriendo. Y abandonó el tema:
- De modo que no es un capricho este libro.
Niega ella sin palabras y las preguntas de Juan que flotan en el ambiente se amplían, invaden el salón.
No le incomoda sentirse tan inspeccionada, tan analizada y tan suspendida en el vacío del ayer. El chorro de recuerdos que ha brotado de pronto, de los que no puede dar detalles, la apabulla, la sumerge en un pasado excesivamente hermoso. Intuye que, si Juan se empeña, la lucha a la que se ha entregado para conseguir un presente tranquilo, puede resultar inservible.
El peligro de algunos recuerdos puede nacer de un momento a otro. Y no se resiste. Piensa: " No debo claudicar en la realización de este sueño: al fin y al cabo, los tejidos de mi presente y de la madurez son sólidos ".
Juan también se aferra a esa ilusión de ella para continuar lo que poco a poco va alcanzando la calidad de irremediable. Mira en torno y comenta:
- El tiempo no pasa en balde - lo dice con los ojos entornados como si en ese gesto quisiera recobrarla como era entonces.
Sobre la chimenea, un reloj hace sonar una hora imprecisa, totalmente en desacuerdo con la que responde al momento. Juan contempla el reloj con una sonrisa: Es el momento en el que apareció Toñi en su vida por primera vez.
En realidad, la evocación de Toñi ha constituido una de esas imágenes inmarchitables, que no se olvidan, que, sin saber por qué, brotan de vez en cuando. No obstante, le resulta sorprendente observarla ahora con sus propios ojos delante suya, como un recuerdo de su recuerdo, sin tener que forzar la imaginación.
Definitivamente, la Toñi de ahora no se parece a la de entonces. Durante años y años todo había girado entorno a aquella conciencia perdida.
Volvió Juan a su seriedad. Sin duda comprendió que Toñi estaba sufriendo. Y abandonó el tema:
- De modo que no es un capricho este libro.
Niega ella sin palabras y las preguntas de Juan que flotan en el ambiente se amplían, invaden el salón.
No le incomoda sentirse tan inspeccionada, tan analizada y tan suspendida en el vacío del ayer. El chorro de recuerdos que ha brotado de pronto, de los que no puede dar detalles, la apabulla, la sumerge en un pasado excesivamente hermoso. Intuye que, si Juan se empeña, la lucha a la que se ha entregado para conseguir un presente tranquilo, puede resultar inservible.
El peligro de algunos recuerdos puede nacer de un momento a otro. Y no se resiste. Piensa: " No debo claudicar en la realización de este sueño: al fin y al cabo, los tejidos de mi presente y de la madurez son sólidos ".
Juan también se aferra a esa ilusión de ella para continuar lo que poco a poco va alcanzando la calidad de irremediable. Mira en torno y comenta:
- El tiempo no pasa en balde - lo dice con los ojos entornados como si en ese gesto quisiera recobrarla como era entonces.
Sobre la chimenea, un reloj hace sonar una hora imprecisa, totalmente en desacuerdo con la que responde al momento. Juan contempla el reloj con una sonrisa: Es el momento en el que apareció Toñi en su vida por primera vez.
En realidad, la evocación de Toñi ha constituido una de esas imágenes inmarchitables, que no se olvidan, que, sin saber por qué, brotan de vez en cuando. No obstante, le resulta sorprendente observarla ahora con sus propios ojos delante suya, como un recuerdo de su recuerdo, sin tener que forzar la imaginación.
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