TOÑI. CAPÍTULO V.
DEDICADO A... Vicent Clavijo Rodríguez.
Cuando tienes una hija nadie te cuenta que pasarás a ser como una farmacia de guardia abierta las veinticuatro horas del día. Nadie te advierte que algunas noches las vivirás sentada a su puerta, como un perro vigilante, para espantar al miedo que se instala en su cabeza,cuando es pequeña. Nadie te avisa de que la puerta de la calle ya no será ese lugar por donde salen de fiesta o de viaje, sino ese lugar por donde te mueres por verlos entrar de nuevo. Que la adolescencia es un fusil cargado y sin seguro en manos de un enfermo de Parkinson. Ni que el teléfono se convertirá en una serpiente venenosa que puede sonar a las tres de la mañana, o a cualquier hora, para decirte que les han hecho daño o le ha ocurrido algo grave. Cuando firmas el contrato de maternidad parece más fácil. Sólo hay un piececito pequeño y minúsculo que te llevas a los labios. Un piececito que ha salido de dentro de ti, de tu sangre y de tus entrañas.
Nadie te cuenta que un día te preguntará porqué todo sale mal, por qué tu hija está atada a la cama de un hospital, sin recordar nada de su vida, que le robaron el hilo con que zurcieron sus recuerdos y lo cortaron en pequeños fragmentos irrecuperables, por un maldito accidente de tráfico, y no encontrarás palabras de alivio para reconfortarla. No te preparan para ver sus lágrimas, ni sus temor, ni su rabia, ni su dolor. Ni su decepción.
Nadie te prepara para saber cómo sujetar las tuyas, porque no toca, porque no debes y tienes que estar entera delante de ella. Porque una se convierte en un árbol fuerte de largas y sólidas ramas que sólo existe ya para darle cobijo y sombra. Y los árboles fuertes no lloran.
Y nadie te advierte que un día, de tanto guardar tus lágrimas, se desbordarán por dentro de tu cuerpo y te anegarán el alma de tal manera que escucharás por dentro los borbotones y sentirás todo tu cuerpo lleno de ellas que no saben ni encuentran por donde salir...
Y después de toda esta maraña de pensamientos, una se pregunta: ¿ lo hice, lo estoy haciendo bien como madre, lo seguiré haciendo ?
DEDICADO A... Vicent Clavijo Rodríguez.
Cuando tienes una hija nadie te cuenta que pasarás a ser como una farmacia de guardia abierta las veinticuatro horas del día. Nadie te advierte que algunas noches las vivirás sentada a su puerta, como un perro vigilante, para espantar al miedo que se instala en su cabeza,cuando es pequeña. Nadie te avisa de que la puerta de la calle ya no será ese lugar por donde salen de fiesta o de viaje, sino ese lugar por donde te mueres por verlos entrar de nuevo. Que la adolescencia es un fusil cargado y sin seguro en manos de un enfermo de Parkinson. Ni que el teléfono se convertirá en una serpiente venenosa que puede sonar a las tres de la mañana, o a cualquier hora, para decirte que les han hecho daño o le ha ocurrido algo grave. Cuando firmas el contrato de maternidad parece más fácil. Sólo hay un piececito pequeño y minúsculo que te llevas a los labios. Un piececito que ha salido de dentro de ti, de tu sangre y de tus entrañas.
Nadie te cuenta que un día te preguntará porqué todo sale mal, por qué tu hija está atada a la cama de un hospital, sin recordar nada de su vida, que le robaron el hilo con que zurcieron sus recuerdos y lo cortaron en pequeños fragmentos irrecuperables, por un maldito accidente de tráfico, y no encontrarás palabras de alivio para reconfortarla. No te preparan para ver sus lágrimas, ni sus temor, ni su rabia, ni su dolor. Ni su decepción.
Nadie te prepara para saber cómo sujetar las tuyas, porque no toca, porque no debes y tienes que estar entera delante de ella. Porque una se convierte en un árbol fuerte de largas y sólidas ramas que sólo existe ya para darle cobijo y sombra. Y los árboles fuertes no lloran.
Y nadie te advierte que un día, de tanto guardar tus lágrimas, se desbordarán por dentro de tu cuerpo y te anegarán el alma de tal manera que escucharás por dentro los borbotones y sentirás todo tu cuerpo lleno de ellas que no saben ni encuentran por donde salir...
Y después de toda esta maraña de pensamientos, una se pregunta: ¿ lo hice, lo estoy haciendo bien como madre, lo seguiré haciendo ?
Como madre, me meto en la historia conforme voy leyendo y me está doliendo muy adentro. No puedo evitar las lágrimas.
ResponderEliminarMe alegro que te emocione, eso quiere decir que as entendido muy bien el contenido de esas palabras y sobre todo que como madre, te has visto reflejada en ellas. Gracias, un fuerte abrazo.
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