TOÑI. CAPÍTULO VII.
Toñi se dejó caer de nuevo en el sillón. Piensa: " Debo salir del pueblo inmediatamente, " Pero teme que su actitud signifique una huida. Ella no tiene por qué huir de nada ni de nadie.
Tampoco siente miedo, El miedo suele regirse por ciertos destellos de esperanza y ella ha traspasado ya la edad de los sueños de juventud, cuando las cosas se hacen sin motivo alguno; a impulsos del corazón. Como aquel año en que se fue a Menorca a trabajar a los hoteles. Toñi observa la fotografía en la que está con sus compañeros de trabajo. Y se dice que es conveniente aguardar, no precipitarse.
Los años transcurridos son buenos camuflajes para pasar inadvertida. El cambio es inevitable. Todo se transforma. Pero su ausencia de recuerdos modifica incluso la lógica de la vida. Sin embargo, ante esa imagen, nadie puede discutirle su presencia en aquel lugar. Es algo inevitable que se impone a pesar del olvido. Se percibe en cualquier detalle: en la indumentaria de todos, en el alegre rostro en el que se columbra camaradería por todos los poros, en la activa fluidez de la vida aquellos días...Sobre todo eso: en la rápida circulación de la sangre cuando uno se siente feliz. Toñi percibe esa rapidez en las sienes, en las venas del cuello y en el pecho. Y se dice que es absurdo que una fotografía juegue con esos latidos hoy, cuando el cuerpo que los padece no pertenece a ese mundo.
Se levanta. Lleva luchando años por no dejarse influir por una presencia que durante años y años, viene formando parte de los sueños rotos.
Triste y desligada de todos, piensa que también los demás se han desligado de ella.
" Menorca ". Toñi pronuncia ese lugar como si tuviera tierra en la boca. Hay algo oculto en ese nombre. Algo que le impide silabearlo con la fludez que lo hacía. Es un significado huero, vano que, sin embargo adquiere importancia. Se diría que sin Menorca nada hubiera tenido verdadera consistencia.
Yo asiento. Pero continúo en silencio. Sé que entre ambos existe un bagaje grande de preguntas engendrando ese silencio ante aquella fotografía y todas las demás. Preguntas abstractas, difíciles de contestar y también sé que, para plantearlas, necesitaré horas, muchas horas de conversación...
Ella también lo cree así. De golpe comprende que, aún sin confesarlo a sí misma ni a nadie, durante años y años, ha estado esperando ese momento. Ha sido una espera velada, pero real. Lo adivina ahora; cuando el silencio está a punto de romperse. Y reconoce que, a pesar de no considerarse curiosa, le está entrando una sed enorme de " saber ". Probablemente la curiosidad debe ser algo inmanente al ser humano y más cuando tiene su fin dentro del mismo ser: una fuerza que, por mucho que pretendiera sofocar aquel accidente, permanecía vital, más aún, si cabe, en lo más hondo de su alma.
Cierto que la imagen - como la de tantas otras fotografías - ha perdido brillo y color pero la silueta de Toñi se mantiene incólume y ella era lo bastante sensata para no desechar la posibilidad de darle nuevamente relieve y vida.
Sin embargo, no iba a resultar sencillo. Es difícil recoger el hilo de una historia tan lejana. Es difícil recoger con exactitud por qué ese momento no fue interrumpido en sus deseos, olvidados otros. Y sobre todo es difícil decir " lo justo ", lo que puede exponerse sin modificar el pasado, cuando es la memoria de otros la que habla por ella misma...
Toñi se dejó caer de nuevo en el sillón. Piensa: " Debo salir del pueblo inmediatamente, " Pero teme que su actitud signifique una huida. Ella no tiene por qué huir de nada ni de nadie.
Tampoco siente miedo, El miedo suele regirse por ciertos destellos de esperanza y ella ha traspasado ya la edad de los sueños de juventud, cuando las cosas se hacen sin motivo alguno; a impulsos del corazón. Como aquel año en que se fue a Menorca a trabajar a los hoteles. Toñi observa la fotografía en la que está con sus compañeros de trabajo. Y se dice que es conveniente aguardar, no precipitarse.
Los años transcurridos son buenos camuflajes para pasar inadvertida. El cambio es inevitable. Todo se transforma. Pero su ausencia de recuerdos modifica incluso la lógica de la vida. Sin embargo, ante esa imagen, nadie puede discutirle su presencia en aquel lugar. Es algo inevitable que se impone a pesar del olvido. Se percibe en cualquier detalle: en la indumentaria de todos, en el alegre rostro en el que se columbra camaradería por todos los poros, en la activa fluidez de la vida aquellos días...Sobre todo eso: en la rápida circulación de la sangre cuando uno se siente feliz. Toñi percibe esa rapidez en las sienes, en las venas del cuello y en el pecho. Y se dice que es absurdo que una fotografía juegue con esos latidos hoy, cuando el cuerpo que los padece no pertenece a ese mundo.
Se levanta. Lleva luchando años por no dejarse influir por una presencia que durante años y años, viene formando parte de los sueños rotos.
Triste y desligada de todos, piensa que también los demás se han desligado de ella.
" Menorca ". Toñi pronuncia ese lugar como si tuviera tierra en la boca. Hay algo oculto en ese nombre. Algo que le impide silabearlo con la fludez que lo hacía. Es un significado huero, vano que, sin embargo adquiere importancia. Se diría que sin Menorca nada hubiera tenido verdadera consistencia.
Yo asiento. Pero continúo en silencio. Sé que entre ambos existe un bagaje grande de preguntas engendrando ese silencio ante aquella fotografía y todas las demás. Preguntas abstractas, difíciles de contestar y también sé que, para plantearlas, necesitaré horas, muchas horas de conversación...
Ella también lo cree así. De golpe comprende que, aún sin confesarlo a sí misma ni a nadie, durante años y años, ha estado esperando ese momento. Ha sido una espera velada, pero real. Lo adivina ahora; cuando el silencio está a punto de romperse. Y reconoce que, a pesar de no considerarse curiosa, le está entrando una sed enorme de " saber ". Probablemente la curiosidad debe ser algo inmanente al ser humano y más cuando tiene su fin dentro del mismo ser: una fuerza que, por mucho que pretendiera sofocar aquel accidente, permanecía vital, más aún, si cabe, en lo más hondo de su alma.
Cierto que la imagen - como la de tantas otras fotografías - ha perdido brillo y color pero la silueta de Toñi se mantiene incólume y ella era lo bastante sensata para no desechar la posibilidad de darle nuevamente relieve y vida.
Sin embargo, no iba a resultar sencillo. Es difícil recoger el hilo de una historia tan lejana. Es difícil recoger con exactitud por qué ese momento no fue interrumpido en sus deseos, olvidados otros. Y sobre todo es difícil decir " lo justo ", lo que puede exponerse sin modificar el pasado, cuando es la memoria de otros la que habla por ella misma...
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